sábado, 7 de septiembre de 2013

Cinco.


Los ojos tristes y enfurecidos de Harry me perseguían en mis sueños, haciendo que las dos horas que dormí aquella noche se convirtieran en una agonía. Quizás debería hablar con él, no para volver juntos, pero para aclarar las cosas. Nunca había pasado por una ruptura tan dolorosa, y estaba claro que ésta iba a ser una de las etapas más duras de mi vida.
A las cuatro de la mañana empezó a llover y pocos minutos después los rayos y los truenos se hacían notar. Aquel estruendoso ruido me asustaba y me ponía nerviosa. Recordé cómo, cuando era pequeña, solía huir a la cama de mis padres porque me aterrorizaban las tormentas, ahora no tenía dónde esconderme. Sé que el temor a las tormentas es un miedo totalmente irracional, pero no podía evitarlo.

Los truenos cada vez sonaban más cercanos, y los rayos iluminaban toda mi habitación, además el sonido del viento golpeando la casa con fuerza no lo hacía mucho más llevadero.
Cuando un rayo cayó cerca de la casa, no lo pensé dos veces, agarré uno de los cojines y salí corriendo de mi habitación sosteniendo el cojín rojo oscuro contra mi pecho fuertemente, no sé por qué, pero algo me llevó hasta la habitación de Louis, toqué la puerta suave, pero frenéticamente con una mano, mientras que con la otra seguía sosteniendo aquel cojín.
Louis abrió la puerta lentamente y bostezó.

“Taylor, ¿hay algún problema?”Dijo frotándose un ojo con la mano.

“Tengo miedo y no puedo dormir.” Contesté mirando mis pies, estaba avergonzada.

Decidí que ir a la habitación de Louis fue un error, así que me di la vuelta dispuesta a volver a mi habitación y enfrentarme a mi miedo, pero antes de que pudiera dar un paso una mano agarró mi brazo derecho suavemente.

“Puedes quedarte conmigo.” Sugirió Louis, me di la vuelta para verle la cara. “Quiero decir, eh, si tú quieres claro…” Miró al suelo llevándose la mano a la nuca y frotándola.

Asentí y entré a su habitación detrás de él. Un trueno rompió el silencio de la noche y yo me llevé el cojín a mi cara en un patético acto reflejo, escuché a Louis reír y le di un suave golpe con el cojín, lo que le hizo reír más. Me fijé en que tenía el pelo despeinado, sorprendentemente le quedaba francamente genial, su pijama era unos pantalones deportivos y una camiseta de manga larga de rayas que se ajustaba a su figura perfectamente…Un momento…¿Qué hacía yo fijándome en cómo de ajustada le quedaba una camiseta a Louis? Sacudí la cabeza y aparté la mirada de él.

“Yo dormiré en ese sofá que hay justo ahí y la cama será toda para ti.” Dijo señalando el sofá.

“No, yo me quedaré en el sofá.” Dije tumbándome el sofá.

“Pero…”

“Louis, no.” Le interrumpí y se encogió de hombros sonriendo.

“Buenas noches, Taylor.” Dijo mientras se metía en su cama.

“Buenas noches, Louis”. Susurré.

No iba a negar el hecho de que al llegar a la puerta de la habitación de Louis me dio miedo de que me dijera que debía volver a mi habitación, no soportaba pasar las noches de tormenta sola. Justo cuando por fin estaba empezando a quedarme dormida un rayo iluminó la habitación y pocos segundos después un trueno que sonó como un rugido hizo que me sobresaltara y corriera a la cama de Louis.
Louis se dio la vuelta para mirarme y se apoyó sobre su codo.

“Si que tienes miedo a las tormentas, eh” Dijo intentando fastidiarme.

“Para, no es gracioso, tengo mucho miedo.”

“Está bien yo iré al sofá y tú dormirás aquí.” Cedió levantándose de la cama.

Le agarré del brazo para pararle.

“No yo…Quiero quedarme contigo aquí, en la cama.” ¿Qué?

“¿Qué?” Preguntó sorprendido y sacudió ligeramente la cabeza. “Digo, está bien…”Susurró.

Yo nunca había dormido en una cama con otro chico, bueno aparte de Harry. No sabía qué hacer así que me metí bajo las gruesas sábanas y le di la espalda a Louis. Las sábanas olían bien como a una suave esencia floral, noté que el mismo olor de perfume que estaba en la sudadera de Louis que llevé el otro día estaba  también en las sábanas. Al poco tiempo la tormenta paró y me sumergí en un profundo sueño.

Por primera vez en cuarenta y ocho horas pude dormir de un tirón y perfectamente bien. Me desperté confusa, miré a mi alrededor y no estaba en mi habitación, volví a apoyar mi cabeza contra mi almo…aquello no era mi almohada, abrí los ojos de golpe, intenté levantarme pero no podía, había algo bloqueando mi cintura, un brazo. Estaba sobre el pecho de Louis y él tenía su brazo sobre mí, genial, puse mis ojos en blanco a sabiendas de que si no intentaba quitarme de encima de él, cuando se despertara se crearía un momento incómodo que no era precisamente necesario. Para mi sorpresa, parte de mí no quería no quería apartarse, algo que no era bueno.

Aparté el brazo de Louis cuidadosamente, vigilando que no se despertase y me alejé de él rápidamente. No tendría que estar preocupándome por algo que había sido un mero movimiento involuntario, yo no quería estar encima de él, sí querías, resaltó la vocecita molesta de dentro de mi cabeza. No, no quería, en absoluto.
Anduve cabizbaja hasta mi habitación y miré el reloj blanco que había colgado en la pared, las once de la mañana, era bastante tarde, pero teniendo en cuenta que me habría quedado dormida sobre las tres o las cuatro de la madrugada, no era tan tarde. Abrí el armario y saqué un maxi jersey gris, unos pantalones pitillo vaqueros y unos zapatos estilo Óxford marrón oscuro.

Entre al baño y giré el pestillo. Me miré al espejo, puede que las ojeras hubieran desaparecido pero mi mirada estaba cansada.

Abrí el grifo de la ducha y dejé que el agua caliente despegara el dolor de mí, pero no lo consiguió. Estaba más confusa que nunca, había algo en Louis que me hacía sentir…Segura, pero eso era todo ¿verdad? No había nada más detrás del hecho de que yo buscaba seguridad y Louis me la diera, era sólo eso, nada más, también me sentía segura bajo el agua caliente de la ducha y por eso no me iba a enamorar de ella…Vale, estaba claro que estaba perdiendo la cabeza…

Sequé mi pelo con el secador y me lo dejé despeinado, no tenía ganas de arreglarme, no iba a salir de todos modos, me vestí y me dirigí hacia la cocina para preparar algo de desayunar.
La cocina estaba patas arriba, supongo que Louis o Ed habían estado allí ya. Me preparé unas tortitas y un poco de té y me senté en la pequeña mesita que había justo enfrente del gran ventanal.

Una suave niebla se cernía sobre el jardín, me distraje mirando a unos pájaros juguetear en un charco que había en un camino de piedras.
Quería ir a hablar con Harry, pero ¿estaba preparada para enfrentarme a él? Cuando le vi ayer parecía tan enfurecido y triste…Suspiré, una voz interrumpió mis pensamientos.

“¿Por qué te fuiste corriendo esta mañana?” Levanté mi cabeza y Louis estaba justo enfrente de mí cruzado de brazos.

“¿Por qué estuviste todo el día evitándome?” Pregunté, él también me debía explicaciones.

Apartó la silla que estaba frente a mí y se sentó estirando los brazos sobre la mesa.

“No te evitaba, estaba…Enfadado.” Respondió mirando mi plato.

“¿Enfadado? No hice nada malo.”

“No, no tú, tu novio…” Comenzó.

“Ex.” Le corregí. “¿De qué le conoces?”

Louis’ P.O.V:

Levanté la mirada, estaba claro que esta pregunta iba a llegar tarde o temprano, aclaré mi garganta antes de responder.

“Harry…” Me costaba pronunciar su nombre, el simple hecho de pensar en él me repugnaba. “Es una persona muy popular, ya lo sabes, todo el mundo por la zona habla de él y de cuáles son sus raíces.”

El chico malo procedía de una familia rica y siempre tuvo lo que quiso, por esa razón consiguió a Taylor y la había echado a perder, pero eso no me importaba demasiado.

Ella se limitó a asentir, dejándome continuar.

“Estaba enfadado porque ningún chico debe gritarle así a una chica, da igual la situación.” Expliqué mientras ella tomaba un sorbo de su taza.

“Estoy pensando en hablar con él, para aclarar las cosas…” Susurró sin soltar la taza de sus manos.

“No merece la pena, él no te merece.” Si hablaba con él y lo arreglaban el plan se iría al traste. “Créeme, encontrarás a alguien que sepa tratarte como te mereces ser tratada.” Aproveché que había puesto la taza sobre la mesa para entrelazar su mano con la mía.

Me sorprendió que ella no intentara apartar la mano, y también me sorprendió que yo tampoco tenía mucha prisa porque lo hiciera.

Mis intenciones no eran realmente buenas, pero todo lo que le dije hace unos segundos eran verdades.  Harry era un necio, estúpido que sólo sabía pensar en sí mismo, pero ¿qué se podía esperar cuando proviene de una familia de estafadores y mentirosos? Por un segundo miré a los ojos de Taylor y casi le cuento todo el plan, sus ojos siempre me pillaban con la guardia baja. Si ella supiera en todo lo que está metida realmente no se acercaría a mí, pero era mi turno de ser un cerdo egoísta, sin importar a quién hiriera.

Mi estómago rugió y Taylor soltó una risita, me ofreció comerme la última tortita y no pude negarme. Me preparó una taza de té que estaba deliciosa y charlamos un buen rato.

Cada día descubría nuevas cosas de ella, cosas que la hacían ser débil ante a mí, pues no tenía nadie más a quién contarle sus secretos, y que fuera débil ante mí me venía bastante bien, ella solita hacía que el plan fuera más fácil. Pero yo no podía evitar distraerme cuando ella hablaba, o me miraba o se reía…Era extraño.
Ed entró corriendo a la cocina, con la respiración cortada y la cara aún más pálida de lo normal.


“Tenemos visita…” Dijo entre respiraciones agitadas.